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11 de marzo de 2024

lp--Cositas de gran densidad--ic


Monstruosidades en miniatura son los besos y palabras que minan a través de los intersticios moleculares de los tejidos anímicos los diques de contención, consiguiendo desbordar las emociones.

Pequeñas son las lunas de plata que se deshacen como mercurio tras emerger por los lagrimales, derramando el veneno del amor en los labios durante la íntima noche de los recuerdos amontonados. Lanzándonos al mundo sin espacios, esperas y límites que nos convierten en materia onírica prácticamente perfectos, sin ansiedades, donde todo es. Ajenos a nosotros mismos.

Primorosas las palabras que tan rápidas se leen y, como cargas de profundidad, explosionan en el corazón acelerándolo a cien por hora sin pensar en la posibilidad de que se rompa.

Como muñequitos irrompibles porque no tienen huesos...

Mágico el papel de las cartas nunca enviadas que crujen como tristes fracasos entre los dedos: el amor escarificado con la presión del anhelo, tatuadas las mortificaciones con la tinta de la pasión.

Áspero como el semen seco en mi vientre.

Alegres las oraciones que se dirigen al alma y su cuerpo tan palpable y lejano en las probabilidades. Y sin embargo, como un aire fresco cierra los ojos como si hubiera paz y la vida te acariciara.

Acogedora soledad que cerca la intimidad necesaria para que lo llene todo de ella que la amo.

Una perinola en miniatura en el bolsillo para hacer girar el mundo, cuando de tan quieto parece muerto. Para fascinarme con un equilibrio que sólo ella posee y con vanidad gira y gira y gira... Y luego, asistir a su tristeza al verse abatida con un agónico y último roce contra la superficie.

Y pienso que descanse en paz, aunque podría hacerla girar y que de nuevo vibre de alegría. No soy Jesucristo, no tengo un interés especial en la dicha de las cosas sean orgánicas o no. Cuando me apetezca.

La ambición, ya saciada, es un juguete que adorna la estantería de los recuerdos y las certezas de amar y ser amor.

Unos pequeños dados en el bolsillo, la aleatoriedad de la vida y la muerte. Y apuesto a un doble seis de amor mis últimos cinco minutos de oxígeno en el espacio, esperando sus labios salvadores.

He buceado en su mundo líquido durante horas sin necesidad de respirar. O tal vez, he respirado su agua; pero estaba pendiente de su existencia y no de la mía. Qué pequeñitas subían las burbujas hacia la superficie, contentas de haber hecho su trabajo y llevarse el aire de los pulmones y así, llenármelos de amor líquido extra fuerte.

Soy la toma un trillón y... ¡Acción!

Una orden innecesaria para amar sin horizontes, infinitamente. Donde la entropía me lleve. Soy un neutrino atravesando la coraza subatómica del cuántico amor.

El microbio ganador asaltando el palacio de tu principio creador de carne y sueños.

De fluidos y gemidos.

De ropas rasgadas sin ultrajes mediante.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


9 de marzo de 2024

lp--Sobre los nazionalismos--ic


"La doctrina individual de la autodeterminación de los pueblos fue consagrada por Woodrow Wilson en un discurso de 1916 y se convirtió en la base del orden mundial tras la Primera Guerra Mundial. Una de las personas que vio enseguida la contradicción intrínseca de la «autodeterminación de los pueblos» fue el propio secretario de Estado de Wilson, Robert Lansing, que en su diario anotó lo siguiente:

«La expresión está simplemente cargada de dinamita. Alimentará esperanzas que nunca se podrán hacer realidad. Seguro que al final acabará desprestigiada, considerada el sueño de un idealista que no cayó en la cuenta del peligro hasta que fue demasiado tarde para contener a quienes trataban de implantar el principio. ¡Qué desastre que llegase siquiera a pronunciarse la frase! ¡El sufrimiento que provocará! ¡Pensemos en los sentimientos del autor cuando cuente los muertos derivados de articularla!».

Lansing se equivocaba en una cosa: el coste no fue de miles de vidas sino de decenas de millones. Uno de los peligros de la «autodeterminación» es que, en realidad, no existe tal cosa como una «nación» en el sentido de grupo étnico y cultural que coincida con un trozo de propiedad inmobiliaria. A diferencia de las características de un paisaje de árboles y montañas, las personas tienen pies. Se desplazan a sitios donde hay más oportunidades y pronto invitan a sus amigos y parientes a que se les unan. Esta mezcla demográfica transforma el paisaje en un fractal, con minorías dentro de minorías dentro de minorías. Un gobierno con soberanía sobre un territorio que, según afirma, encarna una «nación» en realidad no encarnará los intereses de muchos de los individuos que viven dentro de ese territorio, al tiempo que tendrá un interés de «propietario» en individuos que viven en otros territorios.".

«Los ángeles que llevamos dentro: El declive de la violencia y sus implicaciones (Contextos), de Steven Pinker»


A efectos prácticos y de comprensión, nacionalismo debería escribirse con z: nazionalismo. Porque es, ni más ni menos, que una forma de acoso racial con adornos de provinciana, puritana e hipócrita pseudo “democracia” chovinista, arengada por líderes sectarios contra decenas de minorías que no resultan ser tal minorías en conjunto. Líderes que son auténticos iluminados esquizoides que rozan el chamanismo más primitivo y responsables de grandes masacres humanas.

Hitler tiene una utilidad como cadáver, es ejemplo de rigurosa actualidad registrada y documentada, de lo que un subnormal que ha disfrutado de unos años de suerte puede hacer con las masas humanas.

Y parece que nadie aprendió la lección.

O tal vez sí, y por una vanidad injustificada se esfuerzan demasiados “líderes” políticos y religiosos en aplicar los mismos principios raciales con la esperanza de ser emperadores “ajustados a derecho” del puto mundo entero.

En la actualidad, dado el nivel estadístico de alfabetismo en la población mundial, muy superior a la de siglos pasados (no puede alegar ignorancia como disculpa) el concepto de “líder” político o religioso tiene el mismo significado que ganadero. Ergo la población... (Véase la simplona y alegórica ilustración).

El mestizaje de razas y culturas, ha sido la evolución más rápida y efectiva del homo sapiens sapiens gracias a que, entre 100.000 y 70.000  años atrás comenzó a migrar de África a Asia.

Esto no ha acabado aún, la especie humana se ha torcido en su concepción de civilización y no es la estafa del cambio climático lo que acabará con ella. Simplemente se devora a sí misma, hasta que al último caníbal se lo coma un oso o un león.



Iconoclasta

 

8 de marzo de 2024

lp--Hijoputismo--ic


El Hijoputismo es un régimen de gobierno neofascista instaurado en el siglo XXI (durante la segunda y tercera década) decididamente corrupto; esto es, con alevosía y orgullo criminal ampliamente publicitado por la prensa prostituida al régimen como bondad y virtud. Su nombre se debe a que, cuanto más hijos de puta son los jerarcas que gobiernan con mano que no tiembla, más los quiere y vota su población borrega, mansa y sexualmente ambigua.

El Hijoputismo surgió en España el 1/03/2020 instaurado por el rey de España Sánchez I el Arribista, con el primer decreto de estado de alarma por coronavirus, conocido cariñosamente por el Hijoputismo y su asfixiada, revacunada, extorsionada y encarcelada población como “lacovid19”.

Antes del 1 de abril del mismo año, el Hijoputismo español ya había infectado todas las pseudo democracias del mundo, especialmente Europa por ser limítrofe con España.

La miseria ética, la corrupción del Estado y sus extorsiones y segregaciones a la casta paria asalariada (no funcionaria), se replicó igual de rápida que la tristemente famosa gripe española, la conoció el mundo entero en 1918.

Si algo sabe vender España y su Hijoputismo, es el fascismo. España ha sido secularmente la primera productora mundial de dictaduras y fascismos y los exporta, con más éxito que el jamón ibérico con diferencia.



Iconoclasta

1 de marzo de 2024

lp--Amor y dolor de número cuatro--ic


Ivana Cardenal es una mujer construida a sí misma, con todo detalle, con toda su fortuna.

Consejera delegada de la cosmética Divina Piel fundada por su padre ya muerto, tiene apenas cuarenta años.

Su belleza tallada y depurada al milímetro con bisturí, al admirarla por primera vez inspira una especie de ternura ante su aparente fragilidad, es una muñeca perfecta, con algo más de uno sesenta de estatura, una veinteañera universitaria pija de rostro dulce en la larga distancia. Frente a mí, follándola aquel primer día, una de las mujeres más regias y lujuriosas que pudiera imaginar.

Y un poco más allá en el tiempo, una perversa y subyugante amante.

Hoy, una alienígena del dolor y el placer. No puedo creer que haya en el planeta otro ser como Ivana.

Soy su número cuatro. Porque pronunciar mi nombre me hace vulgar.

Estoy de acuerdo.

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Has hecho de mí una puta de tu harén.

Mi rabo despellejado sólo obtiene consuelo de tus manos y boca. Estoy enganchado a ti como el yonqui al caballo.

Soy una natural consecuencia de tu existencia. Tienes mi pene en tu puño y tú me gobiernas.

No pienso, no decido. Eres mi paz.

Y mi animalidad simple y brusca.

No hay sumisión en mí, ser tuyo no requiere ninguna humillación, es un estilo de vida natural.

No necesito más.

Me maltrato la polla herida y enrojecida para que la cures durante más tiempo. El bálano dilata el prepucio irritado intentando emerger, buscando la entrada de tu coño. Está tan devastado el pellejo, que parece rasgarse.

Estoy a la espera de tu auxilio.

Quiero correrme en el algodón y tus dedos. En las gasas y tus dedos.

En tu boca y las tetas.

Hubiera sido mejor que te gustara la mermelada o el helado; pero no importa.

El chocolate caliente y espeso como la cera, cuando hace su trabajo, doler, me arrastra a una eyaculación sin caricias, sin tocarme.

Y el chiste está en que es chocolate con leche el que lamerás. Es algo que tenías previsto...

Antes de la cura, antes de follarme como a una puta descerebrada, me masajeas los huevos para estimular la producción de leche y su calidad como si fuera un cerdo semental.

Lo sabes todo...

Soy tu macho de establo, tu animal de monta.

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Dos años atrás la conocí en un restaurante, La Aguja, en el centro de V. Entró y el camarero le dijo que no había mesas libres, excepto la mía, una pequeña para dos.

El camarero se acercó y me preguntó con discreción si me molestaría compartir la mesa con la señorita. Le respondí que no había problema. Y se dirigió de nuevo a la entrada para guiarla cortésmente hasta la mesa. 

No era un restaurante de lujo, sólo de moda. Casi adocenado; pero con una carta bien equilibrada en calidad y precio.

Le espeté muy serio, cuando el camarero le sirvió un vermut, que no estaba dispuesto a cederle mi sitio a su novio que muy astutamente la esperaba fuera.

Y rio como si no fuera dueña de una empresa, como si no fuera espectacularmente hermosa y voluptuosa.

Una diosa petite...

Le comenté que era mecánico fresador y que había ahorrado todo el año para poder pagar la comida de hoy en el restaurante.

Ella con sincera indiferencia dijo que era la consejera delegada de Divina Piel, o sea, la dueña. En ese momento puntualicé, que además de mecánico era un mierda y escupió en el vaso parte del vermut que estaba tomando. No se le borró su sonrisa perfecta y multimillonaria del rostro, sobre todo cada vez que me atendía cuando le hablaba de alguna banalidad.

Tras la comida y un breve paseo por la avenida Cervantes, donde tomamos algo refrescante en una terraza a la sombra de un toldo, me condujo en su deportivo a su piso-palacio, en la zona alta.

Literalmente me folló, no me dejó iniciativa alguna, sacó lo mejor y lo peor de mi con su coño, boca y dedos, casi con agresividad; la llamé “puta zorra millonaria” cuando se corría porque todo en ella me decía que debía ser bruto. Su vagina estaba diseñada y remodelada para que entre los recortados labios, el clítoris asomara salvaje y brillante sin pudor desde un prepucio también reducido. Era tan fácil rozarlo... El coño abrazaba con perfección el pene, untándolo de sí misma en una visión hipnótica. Un foco de luz inteligente iluminaba la cópula.

Estoy seguro de que caminando debía padecer orgasmos con el roce de la braga.

Los pechos estaban tallados con simétrica precisión, forjados sin una sola imperfección, pesados y densos. Los pezones al excitarlos entre los labios, se hicieron duros rápidamente en mi boca y asombrosamente grandes.

“Hazme daño” me ordenó jadeando. Y mordí ligeramente. Con la mano, empujó mi barbilla arriba para que cerrara más los dientes. Su coño desflorado se oprimía contra mi muslo y derramaba su humedad y calidez; la enloquecedora presión del endurecido clítoris, perfecto, grande y brillante como una perla bañada aceite, me follaba la pierna.

Las areolas se habían diseñado artificialmente grandes y del color de un café con leche pálido. Resbalaba la lengua en ellas como si hubieran sido pulidas.

Exuberante en extremo para su talla, aquel busto le confería una autoridad añadida a su actitud agresivamente dominante y depredadoramente sexual.

Pero solo fue un aperitivo, nos dimos un descanso y tras encender un par de pitillos de maría, puso a calentar chocolate en la cocina. Sus poderosos glúteos se movían pesados cimbreando obscenos con cada paso que daba. Los muslos retocados, daban una buena perspectiva de la preciosa vagina.

Le dije que aún no tenía hambre y respondió que no era para comer.

Y cuando me ordenó lo que debía soportar, lo hice. Era imposible negarle nada.

Antes, me dejó limpiar con los labios la sangre del pezón izquierdo.

Luego... Nunca me había brotado el semen con un orgasmo negro, el del dolor.

Mientras curaba con habilidad profesional (había contratado a un dermatólogo para que la instruyera en las curas y cuidados necesarios) las lesiones del pene y los testículos, manifestó que lo que más disfrutó de crearse a sí misma, fueron las prolongadas y dolorosas cirugías en los puntos más sensibles de su anatomía. No había asomo de sarcasmo en sus palabras. Si ella pudo soportar aquello, sus machos también debían soportarlo; sentenció besándome la boca con el puño cerrado en mi polla vendada.

Quedó satisfecha y me compró.

No pude negarme a ser de su propiedad, ni siquiera lo sopesé.

Compró un lujoso chalé en una elitista urbanización a treinta kilómetros de V, una pequeña casa de dos pisos entre frondosos robles y abetos imponentes, a medio kilómetro de la casa más cercana del vecindario, montaña arriba.

Ivana me llama cuatro, porque soy el número cuatro de su harén de machos. No es por orden de importancia, es por orden de adquisición. No tiene ningún favorito y no puede prescindir de ninguno. Nunca nos conoceremos entre nosotros, porque simplemente no queremos saber nada los unos de los otros. Sólo importa follar con ella, el fin de semana  o la noche o el día. Cuando quiera.

Los nombres provocan emociones, evocan recuerdos más allá de la persona y por ello, a ninguno de sus machos los llama por su nombre.

La última vez que me llamó Carlos, fue antes de que me follara en su casa.

Con ella, dentro de ella, entre sus manos, entre sus órdenes y deseos. Mi semen deslizándose por la cara interna de sus muslos y sus pechos agitados por los últimos jadeos de la explosión de placer... Mi pene herido, los testículos atormentados... Eso es lo que espero, el resto del tiempo tengo mis aficiones.

Me siento amado y deseado. Y ser propiedad de lo que amas es tan indigno como ser el presidente o amo de una nación, por ejemplo.

Cobro yo más que su CEO o director general de Divina Piel.

Una de sus exigencias fue eliminar completa y definitivamente el vello genital y del culo, ella pagaría el tratamiento. Le respondí: Vale.

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Y otra vez la doliente erección y ese cíclope ciego e idiota hinchándose de sangre, poniendo a prueba la integridad de la ahora frágil y elástica piel que lo cubre. Aprieto los dientes ante la proximidad del pornográfico dolor y temo mirar todo ese concentrado de dolor en forma de piel tierna reciente. Amarte es doloroso, ha sido doloroso este mes estéril sin meterme en ti como un parásito.

Tiene sentido que tu coño sea un lugar frío y húmedo, confortable por decir lo mínimo.

Me dijiste al conocerte: La forma más elevada del placer llega tras un prolongado y elaborado dolor.

Veo la lógica en ello. Aunque hasta entonces nunca había pensado en esos términos de lesiva y estudiada crueldad.

Mi placer era una vulgaridad más.

Correrse tras un dolor profundo y cultivado es liberación absoluta. Trascender descendiendo a las más atávicas emociones de la especie humana.

Tras haber lamido el chocolate ya frío desde los cojones hasta el capullo y descubrir las quemaduras, untas vaselina en la piel herida y también en tu ano. Acuclillada sobre mi vientre manejas dolorosamente el pene llevando el glande hasta ese esfínter musculoso que es una compuerta inviolable, que duele forzar.

Apenas tengo sensibilidad en el escroto, has clavado tantas agujas atravesando la piel que parece un erizo, púas que me arañan los muslos.

Es un misterio cómo puedo mantener la erección.

“Te la arrancaré si no empujas” mascullas clavando las uñas y doliéndome un millón de unidades. Y empujo, el esfínter cede y se traga con aspereza la polla hiriéndola más. Te quejas como una puta hambrienta y colocada. Tu intestino arde y siento que me van a estallar los huevos. Pienso que de alguna forma has aspirado la vaselina por el culo para que me duela, que tienes esa maldita habilidad.

Noto tu dolor, los espasmos de tu esfínter intentando sacar todo eso que tienes clavado y estrangula mis venas. Y no soy capaz de saber si estoy soltando leche o sangre en tu tripa.

Estoy sangrando, el prepucio se ha rasgado. Otra vez...

Padeces un placer paranoico y oculto entre el dolor, mi polla y la mierda que amasas agitando las nalgas y aplastándome alevosamente los cojones. Y sé que gozas el triunfo del depredador, de tenerme inmovilizado y listo para la ejecución. Eres la reina de asesinos...

Lo sé porque tu coño, a pesar del culo dolorido, desprende filamentos de densa humedad y tus dedos se mojan en él al golpearte el clítoris.

Amarte es fácil y follarte tan complejo como un ritual de transmigración aún en vida.

El brillo sanguíneo de tu mirada es característico de tu fiera y devastadora sensualidad.

Te elevas sin cuidado y siento que parte de mi pellejo se queda entre tu acerado ano.

No puedo evitar gruñir, tal vez gritar de dolor. No sé... Y te clavas a mí de nuevo llenando tu coño resbaladizo y asombrosamente tibio.

Me dices: “Si te anestesiara, tu semen frío cerraría mi coño”.

Me encantan tus lecciones de técnica de fluidos, en serio.

“Deja que te duela”, sentencias corriéndote.

Y es como si me succionaras también la sangre, siento dolor en los conductos seminales por la velocidad con que corre hacia tu coño el semen.

La vagina y ese ano acerado, inyectan en el glande un amor que se extiende por todo mi cuerpo.

Amar duele, es literal. Y no quiero que deje de doler nunca.

He pasado unos segundos en blanco y estás entre mis muslos. Me muestras en tus manos, con una sonrisa vanidosa, la aguja y el hilo de sutura esperando que el pene quede lacio.

Suturas el prepucio rasgado sin miramientos, a la tercera puntada pierdo el conocimiento. Y despierto cuando tu lengua lame los puntos antes de aplicar yodo.

Cuando vendas el pene provocas un placer relajante, y lames la gota de semen desleído, como un calostro que brota del meato sin mi permiso: “Mi número cuatro, no se rinde a pesar de estar hecho una mierda”, bromeas.

Dejas en la mesita la caja de antibióticos: “Cada ocho horas los cuatro primeros días. Y los puntos los quitaré yo, no los toques”.

Sacas las agujas del escroto, la docena que lo cubren, algunas las extraes con rapidez y en otras te recreas mirando mi rostro tenso. Aplicas pomada antibiótica y ya sí que no puedo evitar que mis ojos se cierren, estoy cortocircuitado.

Despertaré con el pene vendado, tratado con pomada para quemaduras y antibiótica, sin ti de nuevo, con los cojones también oprimidos con gasas.

Y observaré esos quinientos euros sobre la mesita que evocarán lo pasado y apretaré los dientes temiendo una erección que tensará los puntos recientes.

Es tu juego, te gusta pagarme para hacerme sentir cosa.

No podré masturbarme evocándonos al menos en tres semanas y con cuidado.

Somos cuatro tus propiedades, porque cuatro semanas es el tiempo prudencial para que sanen las lesiones y usarnos de nuevo.

En un mes mi rabo estará operativo de nuevo y me llamarás desde tu despacho, para concertar otra cita, sonriendo divertida.

Llegarás a casa como si yo no fuera la puta que soy y tú mi ama: “Hola maridito cuatro”.

Y cuando empiece a hervir el chocolate, me estiraré en la cama alzando las piernas sobre los estribos de acero, para que el chocolate haga su trabajo en profundidad.

No sé cuanto pierdo de mí dentro de ti cuando me follas, pero no importa.

Yo elegí y tú no tienes piedad. Es perfecto.



Iconoclasta


24 de febrero de 2024

lp--Palabras derramadas--ic

Temo que ante tantas palabras que escribo el papel se rasgue como los muros erigidos sobre cimientos podridos, como en los que se asienta el mundo que inevitable y aciagamente habito.

Tengo tantas pesadillas que escribir, que temo desangrarme por los dedos.

Y tantos sentimientos... Amarte ocupa toda la onírica fascinación e inspiración. Las melancolías son sinfonías compuestas con los bellos momentos que no importa si ocurrieron o los imaginaste. Todo sueño tiene una razón de ser. La añoranza de lo ocurrido o sus posibilidades es una banda sonora de desidiosa tristeza.

Podría arañar las palabras con las uñas en un muro y nadie las entenderá, y mucho menos la angustiosa gravedad y urgencia del pensamiento vertido. Se epatarán con repugnancia por los trozos de uñas ensangrentadas. Y en juicio sumario seré ejecutado in situ por terrorismo biológico ante la mirada cobarde que se ajusta correcta y obsesivamente un bozal nazi sobre la nariz.

Derramarse en palabras, en actos...

Entiendo a los borrachos y yonquis: no soportan la realidad que son. Y ahí radica el peligro suicida de que se derramen las palabras en el papel.

No es popular.

Y tienes que ser un adulto formado o llegarás a viejo con la sonrisa de una piadosa virgen renacentista. No es digno.

Se me derraman en el papel las emociones como el agua liberada de una presa cubre la tierra devastadoramente.

Incluso las más bellas ideas duelen en la punta de los dedos por la velocidad y presión conque son vertidas a la pluma.

El papel absorbe lo espiritual y lo hace tangible dándole así trascendencia y durabilidad. Y como no tiene tripas no se pudrirá.

Escribo agua y cadáveres flotando. Luego me doy cuenta de que podría ser sed y vida; pero las palabras se derraman así, con un fatalismo y sinceridad no apta para esos yonquis y borrachos evocados hace miles de neuronas muertas, unas líneas arriba.

Escribo el polvo y sus torbellinos girando en los páramos, son mágicos.

El astuto viento no se puede llevar lo que guardas en el bolsillo.

Porque de eso se trata, guardar ese tesoro que derramaste en la cartera o en un bolsillo y, en algún momento de tristeza vital, desplegarlo y releerlo; conjurando una angustia sin necesidad de dios y el diablo.

Soy yo escribiendo, mi propia esperanza e higiene.

Derramas el mundo en el papel y parece extraño que alguien viva fuera de tu pensamiento, porque si el mundo existe es porque yo lo escribo.

Y así, derramas mapas y tierras que no tienes tiempo de conocer.

Si el ser humano no naciera en cautividad no tendría tiempo para el turismo.

Así se derrama una verdad humillante y lastimosa para la especie de lo banal y el adocenamiento insectil: la humanidad ha perdido su esencia luchadora, su amor propio como lo pierden las putas.

Y yo, derramándome banalmente en el papel, soy otra muestra de la ausencia de pureza humana y degradación. Lo que no debería haber nacido de haberse hecho las cosas bien: con valor, denuedo y determinación.

Se me derrama dolor y la aspirina; pero la aspirina no surte efecto.

No es inusual.

No puedo escribir claramente felicidad; pero se me derrama en el papel una diosa y mi desesperación por ella.

Escribo soledad; pero no es perfecto, hay interferencias y pienso en la jaula de Faraday y su aislamiento. Follarla ante todos dentro del cercado enrejado y conectado a tierra, a salvo de sus lujuriosas interferencias de envidia de allá afuera.

Un exhibicionismo irreverencial y un voyerismo sudoroso de dientes apretados.

Cuando escribo hijo, también pobre. ¿Cómo pude entregarlo a este lugar y tiempo? Lamento lo que un día derramará en el papel.

Como yo.

Escribo nubes y su incertidumbre, un destino no manifiesto. Tampoco es necesario ser nube para ignorar hacia dónde te arrastra la vida o la entropía atmosférica. Las nubes tienen la forma graciosa del vapor y no pueden morir más de lo que ya están.

Los animales morimos sólo una vez y se acaba el movimiento que sólo podemos demostrar andando.

Escribo Kafka y la incapacidad, un proceso mediocre y como en todos los procesos, un sangrado de mediocridades que nadie entiende; salvo los que derramamos palabras y le damos con demasiada generosidad un sentido que no se merece.

Derramar palabras es llenar espacios en blanco...

Escribo generosidad y su injusticia.

Escribo espejo y rotura como definición. Tiene sentido aunque no pueda parecer lógico. Ese reflejo es una mierda, y la escribo.

A veces me siento tentado de masticar los pedazos rotos del espejo y hacerme un autorretrato de sonrisa sangrienta.

Escribo muerte y nada.

Me gustaría que la aspirina, inusualmente surtiera efecto. No me gusta que la muerte duela. En cambio, al miedo no le tengo miedo.

Con lógico se me derrama con indecencia y en grandes letras deformes mediocridad, monotonía. Porque la imaginación es la ausencia de la terrible previsibilidad.

Escribo esperanza y ya es tarde.

Escribo adiós y te seguiré soñando a pesar del espejo roto y los cimientos podridos.

Escribo pluma y majestad.

Y escribo mi nombre y lejano, una luz que se extingue en el espacio.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

20 de febrero de 2024

lp--Memorando de las sociedades humanas--ic


Nadie tiene derecho a ser libre, todo ser humano nacido en sociedad nace, por tanto, en rigurosa cautividad.

Y el tiempo en el que se sacrifica la infancia y la juventud de toda cría humana en la doma y amaestramiento (educación, escuela, universidad) tiene por objeto que jamás pueda ser libre por mucho que lo desee.

Como todo animal nacido en cautiverio, su libertad sería su muerte segura.

Los amos de las montañas, llanuras y costas son los silenciosos y malignos señores de la esclavitud. Básicamente los sicarios del Estado y aristocracia encubierta.

Ellos vallan la libertad y coartan, denuncian o disparan contra cualquier acto de libertad.

Sin ellos, la aberración humana de nacer en cautividad, no hubiera sido posible.



Iconoclasta


17 de febrero de 2024

lp--Los extraterrestres acojonados--ic


A pesar de los años que llevo rondando por el planeta, me sigue pareciendo fascinante cómo se embrutece la chusma con el Carnaval.

Yo porque soy valiente, hermoso y aguerrido; pero si los extraterrestres no llegan a la Tierra, se debe al Carnaval.

Sienten terror de los neuróticos terráqueos perdiendo el control de sí mismos y la elegancia en las famosas rúas y orgías correspondientes.

Cuando se aproximan estas fechas, cuando ya salen los panfletos anunciando los tres días de las super rebajas del Carnaval, niños y adultos padecen movimientos oculares erráticos, los giran de un lado a otro, en círculos excéntricos y muchas veces se les quedan en blanco como a la niña de El exorcista.

Y cuando los sueltan, que les dan libertad para desfilar, gritar y correr descoordinadamente, parecen feroces indígenas de tribus caníbales.

Como si esperar el dichoso Carnaval los hubiera dejado hambrientos y neuróticos, angustiados y neuróticos, histéricos y neuróticos. Incluso los que no asisten a las rúas, por empatía y solidaridad de mierda dan cabezazos en su confinamiento.

Muchos de estos seres tribales, se quejan en el día a día de los mínimos ruidos que provocan coches, motos, niños y borrachos gritando con los pantalones y las faldas meadas. Sin embargo, cuando lanzan sus furiosas carrozas con esas ondas sonoras que emiten rompiendo los cristales de las ventanas, son más felices que mierda en bote.

Nunca vendrán a vernos los extraterrestres y dejarnos su tecnología mágica.

La neurosis del Carnaval acojona al Universo infinito.

Y claro, todo lo empeora la música escogida para desatar la neurosis incontrolada; lo más granado y adocenado de las listas de éxitos hispanoamericanas, el cansino reguetón imposible de diferenciar uno de otro. Siempre parece la misma canción repetida que se oye hasta en Ganímedes.

Siempre me he sentido 100% antropólogo en estas celebraciones tribales.

¿No podrían tratar los estados (como cuando contagiaron de coronavirus a la ciudadanía) el agua de red para consumo humano con grandes dosis de tranquilizantes y ansiolíticos un par de meses antes de que salgan los carteles publicitarios del Carnaval en las distintas aldeas del planeta? Incluso en las pozas de agua podrida donde beben los pobres, que también tienen derecho a la serenidad.

Tanto cacarear sobre la tolerancia, bondad, fraternidad y dar dinero a los pobres para que los ricos se lo puedan robar; y nadie tiene en cuenta a los vecinos del infinito universo, los grandes olvidados y su hartazgo.



Iconoclasta

lp--La biología acosada por el Estado--ic

La biología se impone a la religión y la política. Es la razón por la que el Estado no cesa de evangelizar (con un coste dinerario enorme en prensa, televisión e internet) a la masa asalariada pobre, en la bondad del Estado y el pacifismo y fe que ha de exhibir esa chusma ante cualquier decreto nazi.

El Estado, para ostentar el control absoluto, precisa que la chusma olvide que puede pensar y optar. Necesita erradicar el instinto territorial, reproductor y defensivo humano para convertirla a la esclavitud psicológica y que, a pesar de ello, muestre afecto al caudillo y amo de sus banales y prescindibles vidas.

Sacrificar la infancia y la juventud de las crías humanas en los centros de doma y lavado de cerebro (colegios y universidades) está visto que no es suficiente para crear al castrado manso tipo que tanto necesitan políticos y religiosos, aunque hayan avanzado muchísimo en ello.

El éxito de las medidas criminales que decretó el Estado contra la casta asalariada (no funcionaria) por la epidemia de coronavirus, dio un exitoso resultado en una amplia mayoría de esclavos humanos. Cuarenta o cincuenta años atrás hubiera sido impensable que la población aplaudiera al Estado sus encarcelaciones, humillaciones, acoso, segregaciones, debilitamiento, extorsión, ruina y asesinato.

Ya queda poco para el control total y la guerra que surgirá de ello.

Porque si algo es cierto, es que los actuales políticos son el resultado de generaciones sucias de endogamia, sin recursos intelectuales, culturales o técnicos para gobernar. Simplemente nacieron en las familias adecuadas y lo están haciendo mal, elevando por su negligencia congénita e injustificada vanidad el nivel de la violencia como desde los años setenta del siglo pasado no se veía.




Iconoclasta