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29 de noviembre de 2022

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Es aterrador para la libertad y la inteligencia que en los títulos de los anuncios de películas en la televisión, se censure la palabra “puta” tachando la t y la a con borrones. El fascismo avanza imparable, como el de Franco, como cuando yo iba a aquel puto colegio de recios y severos profesores de mierda.

¿A qué puritano fariseo puede ofender “puta” o cualquier otra palabra? Las palabras existen porque son necesarias, todas; para describir, definir, entender y expresar.

Si tienes miedo a la palabra, eres un mierda, un pobre animal al que sacrificar y evitar el sufrimiento de la inteligencia, del saber y el valor.

Quieren los fascistas puritanos crear de nuevo la oscuridad, el miedo servil y analfabeto a la palabra. Quieren cobardes puritanitos obedientes, de palabras melifluas susurrantes en la mezquindad de sus hogares, de sus establos.

Es la época más oscura que he vivido, mucho más que el franquismo de mi infancia; donde aún no sabía calibrar lo que ocurría en aquella España putrefacta de oscurantismo, torturas y asesinatos.

Malditos nazis meapilas maricones hijos de puta… Tachad esto.

Los Ponzoñosos Señores del Oscurantismo…

Se debe iniciar una guerra mundial de nuevo y que se vacíe el planeta de millones de seres humanos analfabetos, indolentes, censores y mansos con ínfulas de tolerante intelectualidad farisea.

Si una palabra es perseguida y erradicada, incluso como recurso literario, las ideas merecerán pronto la condena de muerte de su autor.

El neonazismo ha surgido con fuerza inusitada y venenosa gracias al terrorismo de los estados que infectaron a su población con el resfriado del coronavirus. Y ha hecho de millones de adultos, niños atemorizados y retrasados mentales

Se debe observar como Google, el omnipresente y poderoso guardián del nuevo nazismo “democrático” trabaja la búsqueda de un título como la novela Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez.

Si se escribe el inicio del título, Google autocompleta y te lleva, ocultando la palabra “putas” con “p”, a los resultados de la novela de forma automática.

Pero si escribes la palabra “putas”, debes hacer “enter” para obtener resultados, porque como se ve, te viene a decir muy serio él, que la palabra “puta” está prohibida y si quieres buscarla lo hagas tú solito, que él es demasiado nazi:

¿La RAE, ministerios de cultura e igualdad, editoriales y profesores de escuela y universidad van a censurar el título de la novela? ¿Llegarán a un acuerdo nazi para que solo se llame “memoria de mis p tristes”?

¿Cuándo comenzará la cremación de libros como predijo Ray Bradbury en Fahrenheit 451? Ahora solo basta con modificar el archivo informático en pocos minutos. Y por esta razón que teman las librerías de libros de ocasión, esas sí que arderán más pronto que tarde.

La censura del neonazismo “democrático” se extiende como la diarrea de un perro por las aceras de las ciudades y en todos los ámbitos de la población, incluso en la intimidad de las casas.

Vamos a ver como gestiona la censura nazi una corrompida institución cultural prostituida sin rubor al neonazismo “democrático”, la RAE (Real Academia Española), y cómo trata en su diccionario de ideología nazi el término “puta”:

Cuando en el cole, con cuidado de que no nos viera el profesor, buscábamos “puta”, en nuestro diccionario, nos enviaba a buscar “prostituta” o “meretriz”, que se definían como “mujer que comercia con su cuerpo”.

Y ahora veamos que dice un diccionario que no está aún prostituido a la ideología neonazi “democrática” como el diccionario Larousse:

Os deberían enseñar, niñas y niños, que las palabras no se comen a nadie, no son monstruos. Tan solo definen, califican y nombran cosas para comunicarlas con claridad por vía oral y escrita. Y así crear con ellas conceptos que puedas guardar en tu mente con mayor facilidad, el sistema mnemotécnico por antonomasia para la historia y la expresión.

Porque si no existiera la palabra nazismo, no sabríamos como llamar a esos profesores, ministros, presidentes, sacerdotes, padres y madres que os roban y falsifican el conocimiento.

Si os roban una palabra, os roban una idea; por tanto, niñas y niños, escuchad a vuestros profesores, al gobierno y a vuestros padres para no hacerles caso. No les creáis jamás, no aprendáis su basura farisea nazi. Desconfiad de ellos, incluso de vuestros padres, que seguramente ya estarán infectados de la censura del neonazismo que surgió como una lepra en marzo del 2020, cuando los gobiernos nos infectaron de coronavirus, y con ello, a millones de personas de mezquindad, cobardía, indolencia, servidumbre y mansedumbre (apuntadlas en una libreta, porque estas palabras pronto las eliminarán de los diccionarios también).

Recapitulación:

Cuando se prohíbe la palabra, prohíben lo que define. Los gobiernos totalitarios usan esta técnica de condicionamiento de la población, para en este caso decir que la palabra puta está prohibida porque no hay putas. En ninguna gloriosa dictadura existen putas ni corrupción y estamos ante el mejor gobierno del mundo mundial.

La retórica nazi es repugnantemente farisea, de un puritanismo que, ahora sí, hiere de verdad la sensibilidad.

Y el hecho es que las hay, putas  y putos a patadas; y están  gobernando y decretando, niños, vuestra ignorancia e indefensión; en definitiva, el oscurantismo.



Iconoclasta

9 de julio de 2022

El ruido

Puto ruido que interfiere en el pensamiento…

Cuando llegas al bosque no es necesario luchar contra él, la mente se relaja, se libera y expande. Se acabó la constante lucha por permanecer íntegro ante la humanidad insectil.

Puedo entender a los que matan a otros sin comprender bien porque, sin comprenderse ellos. Atacan el origen del ruido, aunque no lo sepan porque no tienen la capacidad de analizar, de sintetizar. Carecen de voluntad y habilidad para aislarse entre la masa humana y luchar contra ese ruido que pretende imponerse al propio e íntimo pensamiento.

Engranajes chirriantes que te asoman a la locura…

Y luego desaparecer entre las termitas, ser nadie.

E inevitablemente, por cada humano que matan se hunden más: acaban para siempre en una jaula de hormigón o bien los cazan. Incluso se suicidan ellos porque han agotado todos los recursos por mantenerse a salvo.

Ignoran que las sociedades, sus ciudades, son termiteros de pensamiento único en el que si quieres mantener tu pensamiento puro e intacto de suciedad ambiental o interferencias, debes aprender a engañar a la chusma aparentando que piensas igual. Decir “buenos días” y pensar “ojalá te mueras, hijoputa”. Solo así puedes evitar que te destruyan y cuando tengas la oportunidad salir del termitero.

No puedes ser un cerdo negro en una pocilga de cerdos rosados; porque nunca se trató de ovejas blancas o negras, la humanidad no es tan limpia y necesita revolcarse en sus excrementos. Por ello no puedes vivir como un cerdo negro si tienes unas mínimas inquietudes intelectuales. Ideas propias no pervertidas y distorsionadas por las chirriantes mandíbulas del pensamiento social o insectil.

La única comunicación y pensamiento de los cerdos rosados es gruñir a sus criadores (elegidos democráticamente, con toda la risa del mundo) pidiendo atenciones, minutos para salir del fango de mierda y respirar una bocanada de aire no tan sucio.

Unos minutos en los cuales, no escuchar sus propios chirridos mandibulares y puedan llegar a la conclusión esperanzadora y errónea de que no son cerdos selectos para matadero.

Antes de que vuelvan a su ruido, algunos dando una calada al cigarrillo se preguntarán dónde quedó su humanidad; pero son muy pocos para mantener la esperanza de que el individuo pueda recuperar su silencioso pensamiento propio. Son tan pocos y tan raros, que no sobrevivirán muchos días más en el ruidoso termitero de la humana mezquindad.

Es verano, incluso al bosque llegan termitas con su música repugnante, destrozando el silencio. No el mío, siempre he tenido una facilidad casi preocupante de aislarme de todo, de escucharme en cuadrofonía. Pero aun así, es imposible ignorarlos y sentir que me están robando mi silencio.

Y también es inevitable que mi atávico instinto cazador y territorial se revuelva incómodo dentro de mí mismo. Podría ser un buen momento para cazar o luchar.

Al fin y al cabo soy macho territorial y asumo mi naturaleza hostil.

Si no son presas, son enemigos invasores a los que destruir, borrarlos de la puta faz del planeta. Y cuantos antes mejor, no fuera ser que se reprodujeran más y dejaran su mensaje genético de mierda en pequeñas crías.

No sé… Ya no los escucho. Ya no existen y mientras se han desintegrado un pequeño trepador azul desciende por el tronco del sauce, se detiene para observarme, pía y emprende el vuelo, muy pequeño él, hacia el río entre las arroyuelas.

Lo sigo hasta perderlo en la fronda de la orilla opuesta, con mi silencioso pensamiento íntegro.

Pasó el peligro.

Para todos.

Puedo seguir cortando con mi valiosa navaja cabecitas de hormigas y hacer un micro collar con ellas. O dejaré comida fácil para los pájaros, no sé. En silencio hay tantas ideas y sus versiones...



Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

30 de enero de 2018

Escribir a mano


Una vez leí algo muy bonito respecto a la escritura manual, a la manuscrita:
“Se escribe al ritmo y velocidad a la que se piensa”.
Estoy de acuerdo; pero hay un inconveniente (que no lo es, es genial), hay veces que el pensamiento está muy revolucionado y escribir se hace frenético.
Es algo que solo afecta a tres personas de cada dos millones, no es popular escribir con bolígrafo, lápiz o pluma. Que nadie se asuste, dada la estadística, esta afección no es epidemiológica y no requiere tratamiento.
Si escribo con el pensamiento acelerado, debo darme prisa en transcribir mis notas de nuevo, con más calma; ya que pasadas algunas horas, algunas palabras que he escrito son ininteligibles y deberé intuirlas.
Para escribir quiero la tinta líquida en primer lugar, luego el bolígrafo y en último lugar el lápiz. La tinta fluye dulcemente en la pluma y si escribes con plumín de oro, la escritura se hace muy cómoda y suave. El bolígrafo es práctico y su tinta de aceite es más duradera. Siempre llevo uno encima, junto con la pluma. El lápiz es un último recurso, ya que el grafito en el papel, confrontado con otras hojas, se difumina y pierde contraste.
El contraste y la solidez de las tintas, hace mi pensamiento también sólido. Para bien y para mal.
Por otro lado, escribir con tinta, requiere una disciplina de no arrepentirse jamás, ya que no se puede borrar.
Y lo más atractivo: cuando retiras el capuchón de la pluma y luce el plumín manchado de tinta, ese dramático y caótico contraste me da más trascendencia.
Al final de todo y para la edición, existe el teclado (si es algo que he de publicar), donde todo el dramatismo de la creación ya no guía la mano y la corrección y ordenación de párrafos es más tranquila.
El teclado vendría a ser algo así como tallar el diamante, si es necesario hacerlo.
Los que se enfrentan a un papel en blanco, sufren lo indecible para poder llenarlo; para ellos se han creado las pantallas y los teclados.
Yo soy más elegante, sinceramente.
Y bueno, algunas plumas que tengo son con diferencia, más caras que un teléfono de alta gama o un ordenador.
Cosa que me otorga elitismo y da vida y fortaleza a mi ego.
Algo de lo que me siento absolutamente orgulloso.
Porque con la pluma, puedo escribir y tachar las mentiras de libros, biblias y discursos; y luego escribir sobre todas esas falacias mi última palabra.




Iconoclasta
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9 de abril de 2017

Adentro de todo


Más adentro del planeta no puedo estar, más adentro de mí mismo, por encima y dentro de la humanidad.
Y no ha sido fácil llegar.
La libertad se paga con sangre y años. Has de dar cosas a cambio.
Has de negociar con bastardos e innombrables usureros.
Sin embargo, hay quien paga lo mismo para pudrirse ante un televisor, entre la suciedad urbana, cemento y asfalto.
Bien, eso es porque yo he sido más fuerte e inteligente.
Tengo más cojones.
No es vanidad, es praxis.
Soy absolutamente despiadado conmigo mismo. Toda la vida.
No me importa serlo con otros, con casi toda la humanidad.
Con toda.
Porque a quienes amo, no son humanas/os. Se escapan de esa taxonomía de grupo. Están en una clasificación superior no definida por envidia.
Hay bohemios y cínicos que dirán: "¡Bah! Cualquier sitio es bueno para morir".
Y una mierda.
Tú mueres en cualquier sitio, yo vivo y me consumo a velocidades eléctricas donde quiero.
No me habré dado cuenta y seré cadáver.
Tú no.
Son cosas que sé, soy sabio.
No es alarde, es simple verdad.
El diablo es como yo, no sabe por viejo. Nacimos hijos de puta, los años solo nos han hecho más eficaces en nuestras tareas, nos han enseñado a optimizar recursos. A hacer preciso y quirúrgico el pensamiento. Desinhibidamente cruel y obsceno.
Saberlo todo es deprimente, duele.
Y me enorgullece. Soplo mis uñas vanidosamente en la soledad, solo para mis ojos.
Adentro de todo.
Cuando beso el coño que he de follar, otros han soltado su semen como si orinaran, como si escupieran una flema.
Yo se la meto a la diosa, otros solo follan putas low cost, outlet, baratas...
Me tomo mi tiempo. El mío, solo mío...
Adentro de todo...
Hay un concierto de trinos y hojas en movimiento, que vuelan como mariposas tontas, sin método, sin rumbo. Con alegría.
Y los ojos se me cierran en un lánguido desmayo de un mediodía templado y luminoso de piernas cansadas.
Tal vez muera ahora; pero no le tengo miedo a nada ni a nadie.
No voy a llamar a un médico.
Médicos y chamanes gestionan como pueden su ineficacia.
Es un momento hermoso para la valentía.
Aquí, adentro de todo.
Memento mori.
Sí... No lo olvido.



Iconoclasta
Foto de Iconoclasta.