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23 de enero de 2013

Viejo




No es cansancio, todo funciona bien, como debería. Mi cuerpo tiene fuerza.
Lo que ocurre es que es un lugar hostil, solo para muy fuertes; el aire es como plomo que duele al invadir mis grandes pulmones y sabe agrio.
Mi pene está repleto de venas varicosas por el esfuerzo que representa mantener una erección en este lugar. Entierro mis dedos en el lacio vello del monte de Venus de la mujer de ojos rasgados y acaricio su clítoris enorme, que se mueve al ritmo con el que la penetro. Los labios de su coño, gordos y oscuros, envuelven mi polla y acarician mis testículos con cada embestida. El ano se dilata esperando que lo llene también.
Sus pezones erizados son tan pequeños como sus pechos que se agitan como gelatina en un vaso, conteniéndose a duras penas en su cuerpo.
Estoy en un mundo donde sobrevivo porque soy casi un dios, soy un héroe con una fuerza descomunal, donde los humanos vulgares mueren aplastados por el peso de la atmósfera. Le he pagado a la puta diez osmons por el polvo. Los héroes necesitamos follar también.
Tal vez sí que sea cansancio.
No importa demasiado lo que es. No hay que pensarlo tanto, no hay misterio ni una pesada atmósfera, solo quería buscar algo de fantasía a este aire vulgar que durante tantos años he respirado y ahora me descubre unas manchas de sangre en el pañuelo cuando toso.
Se trata de la vejez, los músculos tienen ya una edad y si el cuerpo envejece, el pensamiento también. El cerebro se calcifica, se seca y las ideas se rompen como cristal entre las paredes del cráneo.
Es una lenta desintegración y denigración.
Y tiene importancia.
Aquello que se veía lejano, ya ha llegado.
Mi nieta recibe mi pene con gritos de placer, y mis conductos seminales ya viejos, me escuecen cuando el semen los llena, aún así espero y disfruto el momento cuando me derramo.
Es una adolescente hermosa, no es oriental; pero aún le han de crecer más las tetas. Y rasurarse el vello del coño, aunque me gustan sus labios mayores peludos; hacen una caricia extra a mi polla. Es gerontofílica; pero folla bien a pesar de su problema mental. Mi hijo, aún no sabe que su hija me la chupa; pero es igual, es tiempo de morir. Seguramente, cuando se entere estaré muerto desde hace meses.
Se me escapa un gemido de placer cuando eyaculo. Un gemido que parece que me arranca los pulmones y la flema sube a mi garganta creando extraños gorgoritos y silbidos.
Ella se corre y acaricia con infantil torpeza un clítoris rosado del tamaño de una perla. Sus dedos aún parecen de niña…
Estoy orgulloso de lo bien que funciono, como se adapta el pensamiento a la vejez. Hay ausencia total de miedo a morir.
Y a otras cosas.
Estoy bien programado para afrontar la muerte.
No soy un héroe; pero hago lo que puedo en este miserable planeta.







Iconoclasta