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11 de marzo de 2024

lp--Cositas de gran densidad--ic


Monstruosidades en miniatura son los besos y palabras que minan a través de los intersticios moleculares de los tejidos anímicos los diques de contención, consiguiendo desbordar las emociones.

Pequeñas son las lunas de plata que se deshacen como mercurio tras emerger por los lagrimales, derramando el veneno del amor en los labios durante la íntima noche de los recuerdos amontonados. Lanzándonos al mundo sin espacios, esperas y límites que nos convierten en materia onírica prácticamente perfectos, sin ansiedades, donde todo es. Ajenos a nosotros mismos.

Primorosas las palabras que tan rápidas se leen y, como cargas de profundidad, explosionan en el corazón acelerándolo a cien por hora sin pensar en la posibilidad de que se rompa.

Como muñequitos irrompibles porque no tienen huesos...

Mágico el papel de las cartas nunca enviadas que crujen como tristes fracasos entre los dedos: el amor escarificado con la presión del anhelo, tatuadas las mortificaciones con la tinta de la pasión.

Áspero como el semen seco en mi vientre.

Alegres las oraciones que se dirigen al alma y su cuerpo tan palpable y lejano en las probabilidades. Y sin embargo, como un aire fresco cierra los ojos como si hubiera paz y la vida te acariciara.

Acogedora soledad que cerca la intimidad necesaria para que lo llene todo de ella que la amo.

Una perinola en miniatura en el bolsillo para hacer girar el mundo, cuando de tan quieto parece muerto. Para fascinarme con un equilibrio que sólo ella posee y con vanidad gira y gira y gira... Y luego, asistir a su tristeza al verse abatida con un agónico y último roce contra la superficie.

Y pienso que descanse en paz, aunque podría hacerla girar y que de nuevo vibre de alegría. No soy Jesucristo, no tengo un interés especial en la dicha de las cosas sean orgánicas o no. Cuando me apetezca.

La ambición, ya saciada, es un juguete que adorna la estantería de los recuerdos y las certezas de amar y ser amor.

Unos pequeños dados en el bolsillo, la aleatoriedad de la vida y la muerte. Y apuesto a un doble seis de amor mis últimos cinco minutos de oxígeno en el espacio, esperando sus labios salvadores.

He buceado en su mundo líquido durante horas sin necesidad de respirar. O tal vez, he respirado su agua; pero estaba pendiente de su existencia y no de la mía. Qué pequeñitas subían las burbujas hacia la superficie, contentas de haber hecho su trabajo y llevarse el aire de los pulmones y así, llenármelos de amor líquido extra fuerte.

Soy la toma un trillón y... ¡Acción!

Una orden innecesaria para amar sin horizontes, infinitamente. Donde la entropía me lleve. Soy un neutrino atravesando la coraza subatómica del cuántico amor.

El microbio ganador asaltando el palacio de tu principio creador de carne y sueños.

De fluidos y gemidos.

De ropas rasgadas sin ultrajes mediante.




Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.


24 de febrero de 2024

lp--Palabras derramadas--ic

Temo que ante tantas palabras que escribo el papel se rasgue como los muros erigidos sobre cimientos podridos, como en los que se asienta el mundo que inevitable y aciagamente habito.

Tengo tantas pesadillas que escribir, que temo desangrarme por los dedos.

Y tantos sentimientos... Amarte ocupa toda la onírica fascinación e inspiración. Las melancolías son sinfonías compuestas con los bellos momentos que no importa si ocurrieron o los imaginaste. Todo sueño tiene una razón de ser. La añoranza de lo ocurrido o sus posibilidades es una banda sonora de desidiosa tristeza.

Podría arañar las palabras con las uñas en un muro y nadie las entenderá, y mucho menos la angustiosa gravedad y urgencia del pensamiento vertido. Se epatarán con repugnancia por los trozos de uñas ensangrentadas. Y en juicio sumario seré ejecutado in situ por terrorismo biológico ante la mirada cobarde que se ajusta correcta y obsesivamente un bozal nazi sobre la nariz.

Derramarse en palabras, en actos...

Entiendo a los borrachos y yonquis: no soportan la realidad que son. Y ahí radica el peligro suicida de que se derramen las palabras en el papel.

No es popular.

Y tienes que ser un adulto formado o llegarás a viejo con la sonrisa de una piadosa virgen renacentista. No es digno.

Se me derraman en el papel las emociones como el agua liberada de una presa cubre la tierra devastadoramente.

Incluso las más bellas ideas duelen en la punta de los dedos por la velocidad y presión conque son vertidas a la pluma.

El papel absorbe lo espiritual y lo hace tangible dándole así trascendencia y durabilidad. Y como no tiene tripas no se pudrirá.

Escribo agua y cadáveres flotando. Luego me doy cuenta de que podría ser sed y vida; pero las palabras se derraman así, con un fatalismo y sinceridad no apta para esos yonquis y borrachos evocados hace miles de neuronas muertas, unas líneas arriba.

Escribo el polvo y sus torbellinos girando en los páramos, son mágicos.

El astuto viento no se puede llevar lo que guardas en el bolsillo.

Porque de eso se trata, guardar ese tesoro que derramaste en la cartera o en un bolsillo y, en algún momento de tristeza vital, desplegarlo y releerlo; conjurando una angustia sin necesidad de dios y el diablo.

Soy yo escribiendo, mi propia esperanza e higiene.

Derramas el mundo en el papel y parece extraño que alguien viva fuera de tu pensamiento, porque si el mundo existe es porque yo lo escribo.

Y así, derramas mapas y tierras que no tienes tiempo de conocer.

Si el ser humano no naciera en cautividad no tendría tiempo para el turismo.

Así se derrama una verdad humillante y lastimosa para la especie de lo banal y el adocenamiento insectil: la humanidad ha perdido su esencia luchadora, su amor propio como lo pierden las putas.

Y yo, derramándome banalmente en el papel, soy otra muestra de la ausencia de pureza humana y degradación. Lo que no debería haber nacido de haberse hecho las cosas bien: con valor, denuedo y determinación.

Se me derrama dolor y la aspirina; pero la aspirina no surte efecto.

No es inusual.

No puedo escribir claramente felicidad; pero se me derrama en el papel una diosa y mi desesperación por ella.

Escribo soledad; pero no es perfecto, hay interferencias y pienso en la jaula de Faraday y su aislamiento. Follarla ante todos dentro del cercado enrejado y conectado a tierra, a salvo de sus lujuriosas interferencias de envidia de allá afuera.

Un exhibicionismo irreverencial y un voyerismo sudoroso de dientes apretados.

Cuando escribo hijo, también pobre. ¿Cómo pude entregarlo a este lugar y tiempo? Lamento lo que un día derramará en el papel.

Como yo.

Escribo nubes y su incertidumbre, un destino no manifiesto. Tampoco es necesario ser nube para ignorar hacia dónde te arrastra la vida o la entropía atmosférica. Las nubes tienen la forma graciosa del vapor y no pueden morir más de lo que ya están.

Los animales morimos sólo una vez y se acaba el movimiento que sólo podemos demostrar andando.

Escribo Kafka y la incapacidad, un proceso mediocre y como en todos los procesos, un sangrado de mediocridades que nadie entiende; salvo los que derramamos palabras y le damos con demasiada generosidad un sentido que no se merece.

Derramar palabras es llenar espacios en blanco...

Escribo generosidad y su injusticia.

Escribo espejo y rotura como definición. Tiene sentido aunque no pueda parecer lógico. Ese reflejo es una mierda, y la escribo.

A veces me siento tentado de masticar los pedazos rotos del espejo y hacerme un autorretrato de sonrisa sangrienta.

Escribo muerte y nada.

Me gustaría que la aspirina, inusualmente surtiera efecto. No me gusta que la muerte duela. En cambio, al miedo no le tengo miedo.

Con lógico se me derrama con indecencia y en grandes letras deformes mediocridad, monotonía. Porque la imaginación es la ausencia de la terrible previsibilidad.

Escribo esperanza y ya es tarde.

Escribo adiós y te seguiré soñando a pesar del espejo roto y los cimientos podridos.

Escribo pluma y majestad.

Y escribo mi nombre y lejano, una luz que se extingue en el espacio.



 

Iconoclasta

Foto de Iconoclasta.

28 de agosto de 2015

Telegrafistas sin tiempo


ti-titi-tititi--titi--ti----titi--titi-ti-tititi--...

Son breves momentos de amor y apresuradas palabras de alegría escritas en un morse eléctrico y rápido.
Fulgurantes trallazos de ternura electromagnética.
Son antiguos telegrafistas que en pleno siglo XXI, lanzan besos en código morse. Apenas hay tiempo, pobres...

ti-titi-tititi--titi--ti----titi--titi-ti-tititi--...

Urgentes besos e ilusionados abrazos antes del trabajo, antes de comer, antes de la cena, antes de dormir, antes de todo...
Instantes que pueden hacer hermoso el día de una forma rotunda y sorprendente.
Como si existieran los milagros.

ti-titi-tititi--titi--ti----titi--titi-ti-tititi--...

Durante una convalecencia se cuentan dolores de uno y otro con besos y alegría. Tecleando los pulsadores para enviar todo el amor posible en el menor tiempo.
No saben ni ellos mismo como lo hacen, no entienden como se puede transmitir tanto cariño y ternura tan velozmente.
Los enamorados baten extraños y absurdos récords secretos.

ti-titi-tititi--titi--ti----titi--titi-ti-tititi--...

Telegrafistas que ganan tiempo no escribiendo de ansias incumplidas e inconsolables.
Telegramas de ilusión y besos, rápidos y eficaces, sin tiempo para las melancolías. 
La melancolía atacará con dureza luego, cuando el martillo del telégrafo quede en reposo en la oscuridad de la oficina de correos. Cuando estén solos y el tiempo no amenace la dicha del encuentro eléctrico.
Los telegrafistas enamorados imaginarán luego, en su aislamiento entre la multitud, los besos carnales, la humedad de las pieles acaloradas y cenar juntos en el mismo lugar sin despedidas con puntos y rayas.

ti-titi-tititi--titi--ti----titi--titi-ti-tititi--...

Esperarán impacientes un año, un día del dragón que vuele llevando en sus garras palabras palpables de tinta y papel que den consuelo a la melancolía que a veces les detiene peligrosa y dolorosamente el corazón. En cualquier momento.
Que esas palabras combatan el vacío de las manos cuando los telégrafos dejan de sonar su morse de amor. Cuando la quietud de los martillos del telégrafo deja vía libre a tristezas, distancias, tiempos, esperanzas y alegrías. Cuando queda demasiado tiempo para que la realidad les aplaste el ánimo y esbocen una sonrisa cansada que nadie entiende.

ti-titi-tititi--titi--ti----titi--titi-ti-tititi--...

Por ello cuando el morse habla solo hay alegrías, amor y ternuras. Rápidos e inequívocos mensajes cortos: "Te quiero - Stop - Te pienso - Stop - Eres una mujer impresionante - Stop - Eres bárbaro - Stop...
Stop, stop, stop..."

¿Cómo es posible querer tanto en tan poco tiempo y con tan pocas palabras?
Porque el amor corre veloz como la luz, como la electricidad que lleva un código morse de amor y esperanzas.
Dragones de plata, hojas de papel embebidas en tinta de amor y pulsaciones electromagnéticas que dan vida al corazón...

Se quieren - stop - Sonríen cuando deberían llorar - stop - Combaten el tiempo a sabiendas que pierden - stop - Triunfan amando cada día robando tiempo al tiempo - stop.

Fin de la transmisión.




Iconoclasta

13 de febrero de 2015

Desintegración


Desaparecer, no ser, no estar... No hablo de morir, aún no hay suficientes células convencidas de que es la hora. Yo quiero otra cosa, quiero desintegrarme; o sea, desaparecer temporalmente con cierta elegancia.
Y me refiero a este aquí, a este ahora y a mi cuerpo.
Nada tiene una solución por partes, ha de ser completo, todo a la vez. Más rápido que un infarto, más que una bala. Ha de ser a la velocidad de la luz.
Es que el tiempo pasa y me muero.
El cuerpo no se puede abandonar, en ese cerebro está todo lo que quiero, lo que espero, lo que imagino.
Y estas manos tan grandes son para tocarte mejor...
El aquí son unos cables anudados en mis testículos y eso no me deja saltar sin sentir un dolor que no puedo dominar. Pienso que mis cojones no son importantes, no acaba de convencerme la paternidad, porque no soy buena persona, no tengo nada que aportar a un hijo. Con el pene me basta; pero el sistema nervioso no acaba de estar convencido y transmite el miedo al dolor testicular que es el tópico de los tópicos. Me siento como un globo con cordel en manos de un niño que se ha bebido el café de mamá y de papá.
El ahora es una esquizofrenia, una sucesión de visiones terroríficamente desoladoras en su claridad, en su estabilidad: el sol sale siempre por el este, siempre quema mi cerebro al mediodía y por fin se va a tomar por culo por el oeste, tan tranquilo después de haberme hecho sudar para absolutamente nada.
No hay saltos en el tiempo a pesar de haber leído de ellos con ilusión.
Queda desintegrarse, disgregarse o diluirse en el aire, sin morir. Con el organismo intacto.
Lo cierto es que todo se desintegra, el amor, la ilusión, el dolor, el desánimo.
Y luego se integra otra vez, como una broma de mal gusto. Y vuelvo a caminar por senderos de gloria y mierda, sin importar cuantos cientos de veces lo hice.
La gloria está bien, la mierda es el problema principal.
Esas desintegraciones tienen el valor de lo cotidiano, más de lo mismo. Eso son repeticiones simplemente, no se debería abusar de metáforas y eufemismos, hace a la gente idiota.
El truco de la desintegración de todo yo, el aquí y el ahora, es que lleva implícita la integración. Y entonces, una simple hipótesis como una conversación entre solitarios que desean encontrarse o que proyectan cosas de vida y amor, se puede hacer realidad gracias a la posterior integración.
Hablando claro, te integras con esa mujer que deseas y amas . Y la tocas, la abrazas, la besas, la ríes, la tienes... Nos tenemos.
No es difícil de entender, estaría bien dejar de ser solo yo mismo y decir: La hostia... Esa cara hermosa ya está integrada en mí y yo en ella. Ya no soy solo yo mismo.
Programas tu desintegrador marca ACME para ser parte de ella, y te encuentras en otro lugar con ella entre los brazos, como deseabas; pero ya de verdad. Ella ya no está angustiosamente sola, y yo por fin estoy solo con ella. No es difícil de entender el concepto de desintegrarse para integrarse.
No soy un suicida facilón. Tengo planes...
Claro, que soy muy zorro yo y eludo la cuestión de que ella no quiera integrarse conmigo, si no con George Clooney. No pienso decepcionarme yo mismo, tengo mis inquietudes y soy orgulloso.
Y hermoso.
La gracia, es que si te desintegras y falla la integración por algún imprevisto, siempre te aguarda una sorpresa y puedes aparecer en brazos de un orangután que te acepte con todo su instinto reproductivo íntegro y activo y acabes sacándole chinches en los ratos de no reproducción, reventándolas con los dientes.
Al menos sería diferente, cualquier cosa antes que perder el tiempo en monotonías.
Porque no me preocupa la soledad, me preocupa no estar integrado y que todo sea un montón de posibilidades que nunca se hacen posibles. De acuerdo, para esas posibilidades imposibles y dolorosas, también hay venas que abrir. Es un campo inexplorado para mí; pero comporta un dolor, los tendones no se cortan gratis. Requieren el sacrificio de un grito y un dolor cuando se retraen carne adentro.
Hay cosas que no es necesario experimentar para saberlas.
Estoy cansado de dolor. Y cortar venas no soluciona el aquí, ni el ahora. Volvemos a la premisa del principio: ha de ser todo a la vez. Todo al mismo tiempo. Es una ley física que me acabo de sacar ahora de los cojones.
La locura nos convierte en físicos cuánticos sin pudor ni rubor.
La desintegración debe ser indolora. Es lógico pensar que si desintegras nervios y sesos, el dolor no llegará cuando sale de las uñas que se doblan o cuando un clavo las raja, las levanta y queda la carne viva expuesta al aire y expandiéndose, como si la carne hubiera esperado toda la vida ansiosamente que la uña se partiera para poder subir de volumen como una magdalena en el horno. Las uñas me han dado los mayores dolores, las tengo demasiado blandas y malditas. Hay médicos que han girado la cara al ver una de mis uñas reventada.
También me he quemado con la sopa, la lengua escaldada jode lo suyo, pero no como las uñas.
Y no hablemos de cuando cae la tapa de un piano que no tengo y me pilla los dedos, entonces sí que... Joder, se me va la olla. 
¿Se entiende porque no debe haber dolor? El dolor te aparta del amor, te aparta de la ilusión. Sacrifica conceptos importantes a cambio de la búsqueda de un simple analgésico.
Me impide soñar con la desintegración.
 A veces me río del dolor, para que se joda, para que vea que no me vence.
Estoy en ello, guapísima, ya verás como consigo desintegrarme y aparecer frente a ti íntegro e integrado con una mano en tus pechos de una forma accidental, lo juro.
Al final, soy mucho más sencillo que mi divagar loco, no deseo grandes cosas. Me conformaría con no llorar por dentro. Es angustioso sentir que algo dentro de ti se hace agua y te sujetas el vientre para evitar derramarte a ti mismo. Y no puedes contenerte, te escurres de ansias desesperanzadas entre tus propios dedos.
La verdad es que todo se desintegra a mi alrededor, menos yo.
Solo me queda el cinismo para evitar unas lágrimas de derrota.









Iconoclasta