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10 de abril de 2013

Inhumanidad



Lamo su cuerpo como el león bebe sediento en la charca.
Arrancaría su piel con los dientes para envolver mi inconsolable pene con ese deseo impregnado.
Succiono sus pezones como la cría de un perro las mamas de su madre, buscando vida.
Laceraría sus pechos para beber su sangre. Para untarme de ella y vivir también.
Más…
Hundo la lengua en su coño como ningún otro animal lo hace, hasta que vomito y lo anego con el vértigo de mi deseo.
La penetro como no hay parangón en la naturaleza, hasta fundirme en ella, hasta que reviento mis cojones.
Hasta sentir sus intestinos…
Me meto en ella y me apresa, me retiene, anula mi voluntad y la percepción de mi propia vida.
Eyaculo y se me vacía el cerebro y lo que quede de mi razón.
Solo parezco una bestia en su superficie, cuando me hundo en ella no soy del planeta.
No soy nada conocido, ni posible.
Y ella, esa mala puta, es la creadora de mi inhumanidad.
Mi Reina de Coños.
La odio porque la amo contra mí mismo.
La odio porque la adoro y me hace cosa, algo que desconozco.
La amo y la jodo. Qué ironía…
Hasta aplastar mis testículos.
Hasta que salga sangre entre mi semen.






Iconoclasta

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